martes, 15 de marzo de 2011

No son buenos tiempos para los soñadores

Sí, soy de hacerme ilusiones rápidamente. De las que le dicen una cosa y al segundo tiene en la boca una sonrisa y en el corazón las ganas de luchar. De esas que con tan sólo escuchar dos acordes de una melodía se eriza, justo en el instante en el que dos puros y húmedos cristales salen de unos ojos que aún guardan la esperanza de vivir. Una ilusión que brilla en las pupilas y agranda la luz que entra en ellas.
Quizá es sensibilidad. Puede que torpeza o estupidez. O simplemente sea una tonta soñadora que cree que todo esto puede cambiar. Una idiota que aún sigue creyendo en los sentimientos. Un proyecto de realismo estancado en una realidad desordenada en la que no se alcanza nada claro. Habitante de una distorsión eterna que ha venido a arroparnos con su manto. Un desastre que ha encontrado su camino en el salvaje mundo.
Que me pican las ganas de vivir y el tiempo de rascarme se ha esfumado. Que me va a doler, que va a escocer… eso es algo que no dudo. Pero vamos a crecer. Olvidemos la parte en la que nos pulimos y traigamos el brote de vida vivo. He guardado las uñas en el cajón del olvido. Un lugar que nadie conoce. Ni siquiera tú, ni siquiera yo. Perdamos de vista la planificación y que vuelva la improvisación.
La vida va a crecer… nada importa el cómo. Para eso estamos todos. Una semilla tuya, otra mía… el resto es mero trámite. Motivos que se asientan en conmociones. Esas que tú nunca tuviste. Falsos cimientos que proporcionaste.
Pero te has caído. Tu pedestal se ha ahogado en el descuido. Ha provocado una indiferencia en la realidad que ha culminado en olvidar.

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murmullo