domingo, 21 de agosto de 2011

La vida, aquel proyecto que era una pura entelequia


+Antes eras nada. Eras la velocidad que supuraba la calma. Eras descompás entre cometas y asteroides. Eras nervios de lujuria. Eras la conjugación de lo desconocido. Eras susurros desvanecidos. Eras tabaco. Eras café helado. Eras el capítulo dos del libro. Eras fresas con azúcar. Eras obsesión. Olías a obsesión. Sabías a obsesión. Hoy pareces lo mismo. Y eso me asusta.- Pensó en una pausa entre besos desconocidos. 
Para ella ya el tiempo amenazaba rutina. Y lloraba las mentiras tratando de ordenarse soledades en formas, gustos y colores. Con sombras de temblores que asisten y le asisten. Que asienten y los siente. Alternando unos moldes de unos pies con otros cuerpos desvestidos. Reemplazando unas paredes mal pintadas con otras casas que eran como su casa. Inventando herméticos bailes de partes desconocidas de su cuerpo. Extrañando rastrojos de fantasmas magullados. Convenciéndose de pensamientos que nunca tuvo. De recuerdos reversibles e invisibles.
… Y que existen, pero también yo los inventé; que no hay en el recuerdo y en la imaginación mejores herramientas para construir escaleras de sueños en castillos improvisados en el momento en el que la nostalgia se va y no nos queda nada. Nihil. Porque haber sido y no haber sido es lo mismo. Es pasado. Desfiladero del presente. Y ya no sirve. No promete. Y si te lo crees, te mueres.

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