sábado, 2 de junio de 2012

relativität;


Aunque después de despertar
entornabas la pupila
casi al filo de la vida.
Con ese suspiro tan enclenque y difuso de cuando sonreías y yonosabíamuybienquéhacer.

Escupía ruinas,
por si preguntabas,
o mirabas hacia atrás, desde lo eterno -antes de respirar-,
y me veías aquí garabateando todo esto.



Ahora chispea.
Y la llovizna desdibuja tus manos (lejos).
Yo no puedo verlo,
pero levantas el pincel;
 ahora cambias de vinilo.
Bon Iver gira en espiral sobre tu ombligo.
Mientras, te desnudo de reojo.
Desde esta hamaca inevitable.
Etérea.
Y dices luz.
Yo veo en azul.

Luego todo empieza a derrumbarse.
 Tu columna se traslada al gris.
Mi pestaña escribe para no morir tan rápido.
 Y te encuentras otras manos.
Son vacíos.
La ceniza te cae por el pantalón
 y en la pantalla anuncian últimallamada.

Corres a inventarme.

Entonces el vestido se llena de laberintos.
Y es más fácil hacerse polvo cuando nadie busca a nadie.
Cuando ves que las clavículas esparcen tus pecas.
Hacen eco al desgarrarse.

Y yo sospecho todo esto
a 10,000 km de incendios.
Titubeante.
En cierto modo congelada.
En un triángulo de círculo cerrado.
Donde ya el pelo despeinado
no se va a enredar en mis silencios.
Y toco en la guitarra
unos acordes
que bailan un
“Telollevastodo” 

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